ANTIGUO CONVENTO DE SAN JUAN DE DIOS

Situado en la calle Ollerías, cercano a la Capilla de la Virgen de la Cabeza.  Antonio Terrones nos dice acerca de él: » Los Padres de San Juan de Dios poseen el Hospital de la Caridad, con edificio y casa a propósito para su profesión; son imitadores de su fundador éste es el nombre de la advocación, porque la ejercitan, curando a los pobres con notable aprovechamiento y servicio de Dios; gozan las rentas que dejó el doctor Matienzo, Prior que fue de Santa María»

La llegada de los primeros hermanos de San Juan de Dios pudo tener lugar en el año de 1603, fruto de las conversaciones mantenidas entre el Concejo de la ciudad y la orden hospitalaria de San Juan de Dios. Su primer establecimiento, el hospital de Jesús, se ubicó en las últimas casas de la calle del Arroyo para atender a los enfermos y convalecientes de la peste de finales del siglo XVI y comienzos del siglo XVII.   

En 1618, los hermanos de San Juan de Dios abandonaban este primer establecimiento para regentar el Hospital de la Caridad, situado en la calle Ollerías y cuya existencia se remontaba a 1563.  Su actual templo es de finales del siglo XVII, inaugurándose en 1698, el día de San Juan de Dios, con solemne procesión para el traslado del Santisimo a la nueva iglesia con presencia de los miembros del Concejo de la ciudad.

En el verano de 1808, el   General Dupont lo habilitó como «hospital de sangre» mientras permaneció en Andújar. Con la desamortización, el edificio pasó a ser propiedad del Ayuntamiento (decreto de 15 de abril de 1836) que se integró en la Junta de Beneficencia aunque sin función alguna en los primeros años. En 1838 se cedió parte del edificio a don Gerónimo de la Cal Palomares para que estableciera en él “Colegio de Gramática Castellana, Latina y Francesa”, donde se cursaba además del estudio de las citadas lenguas, los de Filosofía, Botánica, Religión y Urbanidad. También serían utilizadas algunas de sus dependencias como archivo municipal y sede de uno de los colegios electorales de la ciudad. 

En 1885 el Ayuntamiento lo cedió   a las Madres de los Desamparados y San José de la Montaña para que albergaran en él a los ancianos necesitados.  Su fundadora fue la Madre Petra de San José, beatificada el 16 de octubre de 1994.  En el momento actual sigue con esta misma función. Las Madres de Desamparados regentan también lo que en su día fue el Asilo de incurables de San Luís, que la condesa de Gracia Real creara en la zona comprendida entre la calle de Juego Pelotas e Ibáñez Marín.

En los años finales de la década de los ochenta se construyó un moderno edificio para residencia de ancianos a espaldas del antiguo convento de San Juan de Dios.  Éste se levantó sobre el referido Asilo de Incurables de San Luís y  unos locales existentes en  la calle Ibáñez Marín, en donde se hallaban,  en los años veinte,  la barbería de Juanito y Bautista y el comercio de coloniales de Francisco A.  Colodrero. 

Se conserva, en la actualidad, en muy buen estado la iglesia y el atrio conventual y ello porque la citadas Madres durante la Guerra Civil permanecieron cuidando a los ancianos, eso sí, sin sus hábitos y porque las camas de los ancianos fueron trasladadas a la iglesia para reservarla de cualquier tipo de agresión.

Su templo se encuentra en la línea de las iglesias conventuales de la localidad y del barroco español.  Planta rectangular, algo rota por la oblicuidad de la fachada, de una sola nave y cubierta con bóveda de cañón, articulada con arcos fajones que descansan sobre pilastras dobladas.   El tramo de la cabecera, de menor anchura y más elevado que los demás.  Detrás del él, la sacristía que se halla bajo el camarín del retablo.  El tramo inmediato cubierto con bóveda de media naranja sobre pechinas y con altares en ambos muros.  En el último tramo, de forma irregular, el coro en alto.

Su retablo mayor es de estilo barroco.  En su cuerpo central el camarín, de planta rectangular, cubierto con bóveda elíptica decorada con rica yesería policromada.  En él, la imagen de la Virgen de las Angustias, de comienzos del siglo XVIII.   La composición es serena y equilibrada.  El cuerpo inerte de Cristo, de anatomía bien conseguida s sostenido por María que contiene su hondo dolor con sincera pena.  En la calle derecha del retablo la talla policromada de San Juan de Dios.  En la calle izquierda, el arcángel San Miguel.

La portada del templo, de gran simplicidad. La puerta, con arco de medio punto, está decorada con los escudos de la orden y una imagen moderna de San Juan de Dios que se cobija en una hornacina.  La horizontalidad de la fachada se ve interrumpida con la espadaña de dos cuerpos de bella proporción.