A escasos metros del monumento del VII Centenario, encontramos el puente romano. Investigadores locales, como Carlos de Torres Laguna o José Cruz Utrera, especialistas en arquitectura romana, como Antonio Blanco Freijeiro o José María Almendral, defienden el origen romano del puente. Todo parece indicar que el puente se construyó a finales del siglo II, en tiempos de Séptimo Severo. El profesor José Cruz Utrera en su obra «Arqueología de Andújar» nos describe el puente en los siguientes términos: «Este puente está construido con sillares de piedra arenisca de color siena, o marrón y mide 338 metros de longitud, 11 m. de altura máxima y 7’8 m de anchura, que en los miradores llega a 14`15m. Tiene en total catorce ojos, de los cuales los doce del lado de la ciudad, es decir, de la orilla derecha del río, son de medio punto y los dos restantes son escarzanos, construidos a mediados del siglo XIX por el arquitecto Sr. Pequeño, en sustitución de varios de los antiguos. El arco mayor, el noveno contando desde la margen derecha, tiene una altura de 9m y una luz de cerca de 12 m.
Como el puente grande de Mérida, ofrece aliviaderos o arquillos de desagüe sobre las pilas para facilitar el paso del agua en las grandes avenidas. El número de estos aliviaderos es de diez, de los cuales los cuatro primeros son de forma circular. El estribo o pila situado entre los arcos quinto y sexto no tiene aliviadero, siendo la pila más ancha la que está entre los arcos cuarto y quinto. Las pilas están provistas de tajamares de sección triangular y coronados con sombrerete piramidal aguas arriba y casi semicirculares aguas abajo, con el objeto práctico de encauzar y distribuir la corriente hacia el interior de los arcos. Además, estos tamajares poseen la función estética, muy propia de los romanos, de diferenciar los dos frentes de la obra. Estas características técnicas hacen que se pueda aventurar, con gran cautela, la fecha de su construcción inicial a finales del siglo I o principios del siglo II de nuestra Era».
Tres importantes remodelaciones se han realizado en el puente a través del tiempo: la primera, en el siglo XV, gran parte de las marcas de cantero que existen en el puente son de esa época; la segunda, a comienzos del siglo XVII, y la tercera, en el segundo tercio del siglo XIX, en la que se sustituyeron los cinco arcos que lindaban con la orilla izquierda del río por dos arcos escarzanos.
Probablemente la primera remodelación se realizara a finales del siglo XV, pues en 1491 el alcalde mayor de Andújar, el bachiller Juan Alfonso, solicitaba a los Reyes Católicos autorización para realizar las obras necesarias en el puente « porque el rio del Guadalquivir dejo de ir por la madre vieja, por donde solía ir se ha rompido«, alegando que «se debía hacer nuevos ojos desde cerca del puente hasta donde este dicho rio solía estar la madre vieja. . . hizo a los vecinos de ella – Andújar– traer nuevas piedras al dicho puente» (1). Varios años duraron las obras, por lo que el cabildo de Andújar solicitó que la sisa que pagaban los vecinos de la ciudad se hiciera extensible a las poblaciones de su jurisdicción, lo que suscitó la oposición de algunas de ellas. En octubre de 1494, los Reyes Católicos mandaban» paguen los vecinos de La Figuera -La Higuera- en la contribución de la puente». (2). En 1496 el Cabildo obtenía de los reyes que la contribución de los vecinos de Andújar en el puente no fuese en horas de trabajo sino en dinero, pues aquellas carecían, por lo general, de toda efectividad. (3)
Las actas capitulares del siglo XVII hacen numerosas referencias al mal estado en el que se encontraban los tramos inmediatos a las orillas del río. En 1609 las obras de reparación se elevaron a 50.000 ducados, de las cuales una séptima parte le correspondía a la ciudad y el resto a las poblaciones que se encontraban a cincuenta leguas a la redonda. En aquella ocasión se tuvo que intervenir en tres arcos del puente, que amenazaban ruina, y que se encontraban en la orilla izquierda. En1645, las obras que se realizaban en el puente desde 1642 estaban a punto de malograrse por falta de fondos económicos. En septiembre de 1698 se dice: » el primer arco de la entrada del puente está a punto de venirse abajo«, por lo que era necesario construir «un arco de cinco varas para igualarlo».
En el siglo XVIII se hicieron dos actuaciones en el puente. La más importante fue la del año 1719, que supuso la reparación de los arcos de la orilla izquierda, es decir, los de la entrada desde Córdoba, mientras que la actuación del año 1777 fue de menor consideración, pues consistió fundamentalmente en empedrar su calzada y otras reparaciones de poca importancia.
En el primer tercio del siglo XIX la corriente del río deteriora de nuevo las arcadas de la orilla izquierda. En 1824 el Consejo de Castilla manda un arquitecto a la ciudad para que reconociera el puente y propusiera el tipo de obra que necesitaba. El estudio para su preparación, llevada a cabo por el ingeniero José Agustín Larramendi Muguruza, con la reparación de dos arcos entre los años 1823 y 1827. Proyecta la remodelación de todo el puente así como la construcción de los dos arcos derruidos. Siendo ésta última opción la que se llevó a cabo.
En 1825 la ciudad ofreció 300.000 reales para los gastos del arreglo del puente, propuesta que no se materializaría pues en 1829 las obras no se habían iniciado. Terminada la Primera Guerra Carlista, durante la Década Moderada (1844-1854) es cuando las obras debieron ejecutarse, optándose, como hemos dejado señalado anteriormente, por sustituir los cuatros arcos últimos por dos escarzanos de gran luz.
(1) Archivo General de Simancas. Comisión firmada en la ciudad de Córdoba por los Reyes Católicos el 16 de agosto de 1491