La Plaza de Santa María es y fue el corazón de la Andújar de intramuros, centro neurálgico de la Andújar medieval y nudo de comunicación con el resto de la ciudad antigua. Cuatro calles confluye en ella: Cárcel, ahora Rafael Zabaleta, Carmen, Alhóndiga y Príncipe. La calle La Feria, perpendicular a la torre del templo parroquial que da su nombre a la plaza, le pone en contacto con el altozano de San Pedro y la plaza del Mercado.
En esta plaza monumental el visitante podrá contemplar el templo parroquial de Santa María la Mayor; la antigua Alhóndiga, hoy Casa de la Cultura; Es muy probable que en el edificio l antiguo Cabildo, conocido como Casa de los Albarracín y la Torre del Reloj.
LA ANTIGUA ALHÓNDIGA, hoy CASA DE CULTURA
La actividad comercial de la plaza de Santa María se remonta a la Baja Edad Medía. Es muy probable que en los soportales del antiguo edificio de la Alhóndiga estuvieran establecidos tenderos y artesanos diversos. Finalizado el enfrentamiento entre Enrique IV y el Príncipe Alfonso (1464-67) su actividad comercial se vería reducida casi en su totalidad por la marcha de sus gremiales y tenderos a la plaza Vieja o Mestanza, provocando la protesta tanto de los gremiales del arrabal de San Bartolomé como del mismo Concejo, que no estaba de acuerdo que en este punto tan céntrico de la ciudad de intramuros se perdiera su tradicional actividad productiva y comercial. Las obras que en la plaza de Santa María se van a desarrollar desde comienzos del siglo XVI: la torre de la Cárcel Real y la remodelación del templo parroquial de Santa María no va a contribuir para nada a la recuperación de su antigua función comercial.
El actual edificio de la alhóndiga se remonta al siglo XVI y se concibe como pósito de grano que el Concejo almacenaba en la época de abundancia para regular el precio del pan en momentos de carestía como para entregarlo a los agricultores para la siembra a un precio razonable. Sirva a modo de ejemplo el acuerdo que adopta el Concejo en mayo de 1618 cuando dice: “A la vista de la buena cosecha de trigo que hay en puertas y existiendo en el pósito de la ciudad más de quinientas fanegas, se acuerda prestarlo a los labradores que lo necesiten al precio de 32 reales la fanega para ser devuelto por Santa María en agosto.” La función del Pósito dejo de funcionar en el año de 1629 a desviarse sus fondos para afrontar el impuesto de los setenta mil ducados para servicio de Su Majestad. Todo un drama en un siglo caracterizado por las dificultades de todo tipo. A partir de ese momento el edificio tendrá diversas funciones. En 1629 se convertirá en sede del archivo municipal (Sesión Municipal de 31 de agosto de 1629). En 1924 se propuso como alojamiento provisional de las fuerzas de la Guarnición de la Remonta por lo que se pensó en su reforma. Proyecto que no se materializaría al decidir la corporación, acuerdo municipal de 18 de noviembre de 1925, emplear el edificio para arresto municipal.
Es en esta década, cuando se estableció en él la Guardia Civil, donde permaneció hasta su salida hacia el Lugar Nuevo en 1936. Durante la Guerra Civil fue sede de las milicias republicanas. Terminada la guerra, la Benemérita lo ocuparía de nuevo hasta que se trasladó a su actual emplazamiento, en la antigua carretera de Madrid, en los años sesenta. Es a partir de entonces cuando se le dio una función cultural tras una profunda remodelación.
En la actualidad del edificio original poco queda, encontrándonos con un interior que responde a una planimetría funcional y acomodada a actividades diversas.
ANTIGUO CABILDO
Del antiguo Cabildo o Ayuntamiento tan sólo persiste su portada, empotrada en una casa de nueva construcción y que se conoce popularmente como casa de los Albarracín, familia noble de Andújar que adquiere este edificio en 1880. Es curioso que no han sido los únicos propietarios de este edificio desde que dejó de ser casa del Ayuntamiento. En 1808 fue adquirida por el comerciante de origen francés Pedro Daniel Brutinet y a partir de 1830 por la familia Garzón Pérez de Vargas.
En las Cortes de Toledo de 1480, los Reyes Católicos ordenaron que todas las ciudades y villas donde el concejo no tuviese edificio propio, se procediese a construirlo en el plazo de dos años. El Concejo municipal optó por construir la Casa del Cabildo en la plaza de Santa María; ratificándose, con ello, la hegemonía de este espacio público sobre cualquier otro de la ciudad. Cuando el cabildo se trasladó en 1791 a su actual emplazamiento de la plaza del Mercado, fueron borrados los escudos ubicados en la portada.
Portada del gótico final, realizada en piedra, es de gran simplicidad formal. El vano de la puerta, ligeramente arquivoltado, está cubierto con arco carpanel. Sobre él un tímpano trilobulado conformado por dos molduras que descansan en zapatas, situadas a la altura de la imposta del arco. Tímpano que albergaba el escudo de los Reyes Católicos flanqueado por el escudo de la ciudad y el del corregidor de la ciudad, probablemente, el de Francisco de Bobadilla. Dos columnillas con fustes decorados con mimbre entretejido y ajedrezado en rombo flanquean el derrame de la puerta hasta la línea de la impostas y, a partir de sus capitelillos, dos molduras de perfil acanalado, decoradas con mimbre entretejido y bolas, que son cortadas por una cornisa de cincha
Desde 1461 la ciudad contó con corregidor, don Fernando de Villafane, que lo compartía con la ciudad de Jaén.. Por decisión de los Reyes Católicos, adoptada en las Cortes de Madrigal, la ciudad tuvo corregimiento propio. Era éste un funcionario que representaba permanentemente al monarca y a sus intereses, por lo que tenía amplias facultades políticas, jurídicas, etc.
El viejo Cabildo, testigo de excepción del devenir de la ciudad, parece querer ocultarnos todas las vivencias que en él tuvieron lugar. Su complicidad con el pasado la vamos a vulnerar con el relato de algunos hechos de la vida cotidiana, que en definitiva, son los que van configurando la idiosincracia de una comunidad.
Una mañana calurosa del mes de agosto de 1491 entraba en el Cabildo Francisco Herrera con muestras de gran enfado y malestar. Este solicitó entrevistarse con don Juan Alonso, el Alcalde mayor de la ciudad, para hacer denuncia de la huída de su esclava Faraz, de origen musulmán. Nada se supo de la referida Faraz que debió huir al reino de Granada en busca de una libertad que la historia le negaría poco tiempo después.
El amancebamiento debió ser práctica común aunque no por ello dejó de ser motivo de escándalo y reprobación. Por esta razón, el alcalde mayor de la ciudad, Juan de Llerena, recibió el 26 de octubre de 1496, la orden por la que se tenía que informar si era verdad que Pedro de Granados tenía por manceba a una tía suya de la que tenía dos hijos o si Alonso Serrano estaba con su prima o si Atanasio Pérez, siendo casado, cometía adulterio y así una larga lista de vecinos.